domingo, 25 de mayo de 2014
miércoles, 21 de mayo de 2014
Reflexión arte siglo XX. Serrano Vazquez Elena
ARTE SIGLO XX
El arte del siglo XX se ve fuertemente influenciado por la política y lo social del momento. No escapa a la realidad sino que brota de ella. Luego de la Ilustración, que había creado un sentimiento de confianza en el ser humano, la razón y la ciencia entraron en crisis. Las dos guerras mundiales marcan un clima tenso e inestable. La crisis europea y la crisis de la bolsa estadounidense en 1930 impactan en la sociedad creando movimientos artísticos de protesta. Es una época de profundos y acelerados cambios, donde el progreso científico y tecnológico deja avances impensados como el automóvil, el avión, la televisión, la llegada del hombre a la Luna, etc. Todo esto provoca un gran impacto en la sociedad y surgen movimientos artísticos como el futurismo. El crecimiento industrial y la vida en las ciudades también dejaron su huella en el arte, por ejemplo en el arte pop. Se pueden distinguir dos grandes movimientos en el siglo XX: Las vanguardias y luego el arte postmoderno.
La revolución industrial se convirtió en una gran influencia en el arte. El caso más curioso de esta etapa es el movimiento impresionista en la pintura y su convivencia con la fotografía.
domingo, 18 de mayo de 2014
Escultura barroca francés (apolo y las ninfas). Serrano Vazquez Elena
Titulo: Apolo y las ninfas
Material: Mármol
Museo: Museo Nacional de Chateau
Año: 1666 - 75
Autor: Francois Girardon
Descripción: Obra clasicista perfectamente adaptada a los ideales estéticos propugnados y defendidos por Le Brun, como queda patente en el tratamiento individualizado de cada figura, así como en la relación espacial entre todas ellas. Se encuentra situada en parque de Versalles (Francia).
Esta obra es un conjunto escultórico de bulto redondo en el que aparece el dios Apolo sentado mientras cuatro ninfas lo asean. Esta escultura no tiene mucha capacidad expresiva, pero técnicamente es perfecta. De sofisticada composición en forma abierta, con mucha claridad en la interpretación, el ropaje es sofisticado, hay mucho movimiento, de visión sobre todo frontal, donde destaca la belleza de las esculturas.
El barroco y la teatralidad. Serrano Vazquez Elena
El Barroco y la Teatralidad
Todos los movimientos artísticos de la
historia han tenido diversas etapas en las que alternaron sencillez y
complejidad pero el Barroco, por su tendencia a lo decorativo, su ilusionismo y
su dramatismo, es el ejemplo más claro de estilo exagerado. Sin embargo, el Barroco fue un arte sincero, realista e
inteligente, cuya máxima motivación fue el deseo de apelar a los sentidos y a
los sentimientos de quienes contemplaran sus obras.
Durante años se achacó al
Barroco su falta de unidad estilística; sin embargo, actualmente se reconocen
sus características esenciales: el gusto por el naturalismo y el realismo, la
intensidad expresiva y la introspección psicológica. Se distribuyen, con mayor
o menor intensidad a lo largo de dos etapas. La primera va desde fines del
siglo XVI, hasta el primer cuarto del siglo XVII, es el primer Barroco
caracterizado por el naturalismo, la sobriedad y el orden; después se llegó a
la etapa de plenitud, mucho más dramática, decorativa, ampulosa y sensual.
Los dos grandes clientes del
arte durante estos siglos fueron la Iglesia y las monarquías, de tal forma que
se define al Barroco como el arte de la Contrarreforma y del absolutismo
monárquico. Efectivamente, la Iglesia lo utilizó para difundir los valores
religiosos perdidos. Se creó una iconografía religiosa más sencilla para hacer
que todas las imágenes fueran fácilmente reconocibles por todos los fieles, eso
sí, envueltas en una teatralidad y un brillo deslumbrantes.
Por su parte, los monarcas absolutistas estaban consolidando su poder en
toda Europa y necesitaban un instrumento "publicitario" que así se lo
anunciara a todos sus súbditos. Por eso, la arquitectura y el urbanismo se
pusieron, haciendo gala de todo su esplendor, al servicio del poder real. De
este modo, el Barroco encontró un doble escenario: la ciudad y las iglesias.
El fin de la escultura
también fue impresionar, por lo que se buscaron actitudes teatrales llenas de
movimiento y dramatismo; por lo mismo, los temas preferidos fueron las escenas
de martirio, las apoteosis místicas y las alegorías del triunfo de la Fe.
Al mismo tiempo, debido al
engrandecimiento de las ciudades, proliferó la escultura ornamental en plazas y
fuentes, generalmente de carácter mitológico, alegórico y conmemorativo.
Los materiales más usados siguen siendo
el mármol y el bronce, salvo en España y sus colonias americanas, donde debido
a su tradición y a la fuerte crisis económica que atravesaba el país, se empleó
sobre todo la madera policromada, en hermosas tallas religiosas de gran
realismo.
En pintura predominó el
deseo de realismo sin rehuir la fealdad. Por influencia de Trento, en el mundo
católico se buscaron temas que despertaran la sensibilidad de los fieles, la
Inmaculada, martirios, visiones místicas.
La técnica se puso al
servicio de ese realismo. Predominó el color sobre el dibujo, la forma se
subordinó a la luz, se conquistó definitivamente la tercera dimensión y se
prefirieron las composiciones desequilibradas con predominio de diagonales y
escorzos que dan mayor movimiento e inestabilidad a las figuras.
Los edificios se decoraron
con grandiosas composiciones al fresco que intentan provocar el ilusionismo,
prolongando la arquitectura real en las bóvedas o fingiendo la concavidad de
una cúpula en un techo plano. La evolución en la decoración llegó, en la
primera mitad del siglo XVIII, a una desmesura y extravagancia muy difíciles de
superar, dando lugar a mi muy admirado Rococó, estilo independiente que hasta hace poco se consideraba la
fase final del Barroco.
Mientras disfruto de la
sensibilidad estética y el magnífico patrimonio cultural que Europa alumbró
durante estos siglos se me ocurre pensar que quizás por una vez, Dios después
de escuchar, ver y entender que en esta época el ser humano dió lo mejor de sí,
por fin se mostró muy complacido, y, ese día, tal vez, sonrió.
Como tantas veces
se ha tratado, en el período del barroco se produce un
sentido general de la teatralización del templo, tanto en la arquitectura como
en la función religiosa. Esto tuvo lugar, en cierta manera, como una
consecuencia de las disposiciones de trento principalmente promulgadas por los
Jesuitas en esa política artística y cultural de atracción y conmoción
sensorial. Ejemplos:
El templo barroco
El templo va a
concebirse, según señala Emilio Orozco Diaz “con sentido
paralelo a la escena para cumplir, a lo divino, la función social que en lo
mundano realiza el teatro”. Algo que se proyectó en una intencionada ordenación
y dinámica del espacio apoyada por efectos de luz concretos que produzcan un
desbordamiento de la escena, enmarcando así al predicador y reforzando mediante
balconadas en la nave la analogía con el ambiente del recinto teatral.
De esta manera, la iglesia se convierte en una sala de fiesta teatral,
en la cual el predicador tiene un papel fundamental, por el cual lo que los
fieles contemplaban en los retablos se veía reforzado por lo que escuchaban de
su boca.
La Capilla Mayor
No obstante, esta
teatralización del templo afectó principalmente a los presbiterios y capillas
mayores, concebidos como escenarios donde la representación litúrgica de los
misterios sagrados, especialmente del sacramento de la Eucaristía, buscando en
los efectos y trucos visuales envolver al espectador en una atmósfera equívoca
donde la realidad física y la ilusión de un mundo trascendente se confundían.
Se ha señalado, en este sentido, a Benin como precursor en esa tarea de la
realización escenográfica dirigida a conmover y despertar la devoción de los
fieles a través de la teatralización de la función religiosa; si bien sus
efectos serán ampliamente desarrollados en los siglos XVII y XVIII en Italia,
Francia, España y Alemania.
Por otro lado, el papel del predicador va a ser fundamental para que se
cumplan los objetivos de esta teatralización, ya que la concepción del sermón
como espectáculo se verá apoyada por los efectos teatrales ambientales
preparados en la iglesia según la ocasión que se hacían coincidir como parte de
esa práctica de la predicación; con una mutua influencia entre las artes de la
oratoria y el teatro. Además, no debemos olvidar junto a las sensaciones visuales
de luces y sombras y aparición de imágenes, el efecto complementario sonoro de
cantos y músicas y hasta olfativo con las flores, el incienso y la cera, como
un refuerzo más a la expresividad de la palabra del orador.
Los retablos barrocos
A todos estos
efectos no podemos dejar de unir la policromía de estos retablos, puesto que
subraya el carácter de máquina apoteósica y persuasiva a través del discurso de
lo cromático, el dorado y sus efectos en la sensibilidad o el inconsciente del
espectador. Y es que mediante la eficacia visual y el impacto de los tonos
vivos, los retablos elaboran un discurso cromático con contenido simbólico y
ritual que se une al carácter didáctico de lo arquitectónico y lo plástico.
Según Gutiérrez de Ceballos, “la búsqueda de efectos visuales
sorprendentes para retener la atención de los espectadores devotos
enajenándolos en un mundo ilusorio, sustitutivo del real y cotidiano, se
polarizó principalmente en torno a sagrarios, tabernáculos y manifestadores
eucarísticos”, que como veremos más adelante, se promulgaron sobre todo
desde el Concilio de Trento, potenciando la adoración de la Eucaristía como
centro del altar mayor. Un ejemplo tradicionalmente relacionado con este
interés por los efectos ópticos y escenográficos para exaltar el tabernáculo
eucarístico es el retablo de laBasílica del Escorial,
presentándose al público mediante una luz tamizada que realzaba
extraordinariamente el aspecto misterioso y teatral.
Como señala Orozco Díaz: “Con carácter general, el conjunto
arquitectónico-escultórico que constituye el retablo, como el gran lienzo de
altar, crea una relación o comunicación con los fieles que entraña un algo
paralelo al sentido expresivo de lo dramático y teatral”.
La importancia del espectador
Dentro de ese proceso de suscitar ciertas impresiones en el espectador,
debemos destacar que no se trataba sólo de definir la liturgia eucarística a
través de estos medios, sino que se buscaba más la hipnosis y la catársis que
la formación y la comprensión. No era tan importante una mente reflexiva como
un corazón admirado, unos ojos deslumbrados, unos oídos aturdidos y unas manos
abiertas.
Como bien analiza Maravall, esa cultura del Barroco que
se caracteriza por ser dirigida, masiva, urbana y conservadora, va a utilizar
diversos recursos de acción psicológica sobre la sociedad barroca;
especialmente a través de la invención y el artificio del teatro y las fiestas;
artes que se convierten en retórica y persuasión con el objetivo de modelar los
subconscientes colectivos, con un claro sentido de proselitismo y propaganda.
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