miércoles, 21 de mayo de 2014

Reflexión arte siglo XX. Serrano Vazquez Elena

ARTE SIGLO XX

El arte del siglo XX se ve fuertemente influenciado por la política y lo social del momento. No escapa a la realidad sino que brota de ella. Luego de la Ilustración, que había creado un sentimiento de confianza en el ser humano, la razón y la ciencia entraron en crisis. Las dos guerras mundiales marcan un clima tenso e inestable. La crisis europea y la crisis de la bolsa estadounidense en 1930 impactan en la sociedad creando movimientos artísticos de protesta. Es una época de profundos y acelerados cambios, donde el progreso científico y tecnológico deja avances impensados como el automóvil, el avión, la televisión, la llegada del hombre a la Luna, etc. Todo esto provoca un gran impacto en la sociedad y surgen movimientos artísticos como el futurismo. El crecimiento industrial y la vida en las ciudades también dejaron su huella en el arte, por ejemplo en el arte pop. Se pueden distinguir dos grandes movimientos en el siglo XX: Las vanguardias y luego el arte postmoderno.
La revolución industrial se convirtió en una gran influencia en el arte. El caso más curioso de esta etapa es el movimiento impresionista en la pintura y su convivencia con la fotografía.

domingo, 18 de mayo de 2014

Escultura barroca francés (apolo y las ninfas). Serrano Vazquez Elena


Titulo: Apolo y las ninfas
Material: Mármol
Museo: Museo Nacional de Chateau 
Año: 1666 - 75
Autor: Francois Girardon

Descripción: Obra clasicista perfectamente adaptada a los ideales estéticos propugnados y defendidos por Le Brun, como queda patente en el tratamiento individualizado de cada figura, así como en la relación espacial entre todas ellas. Se encuentra situada en parque de Versalles (Francia).

Esta obra es un conjunto escultórico de bulto redondo en el que aparece el dios Apolo sentado mientras cuatro ninfas lo asean. Esta escultura no tiene mucha capacidad expresiva, pero técnicamente es perfecta. De sofisticada composición en forma abierta, con mucha claridad en la interpretación, el ropaje es sofisticado, hay mucho movimiento, de visión sobre todo frontal, donde destaca la belleza de las esculturas.

El barroco y la teatralidad. Serrano Vazquez Elena

El Barroco y la Teatralidad

Todos los movimientos artísticos de la historia han tenido diversas etapas en las que alternaron sencillez y complejidad pero el Barroco, por su tendencia a lo decorativo, su ilusionismo y su dramatismo, es el ejemplo más claro de estilo exagerado. Sin embargo, el Barroco fue un arte sincero, realista e inteligente, cuya máxima motivación fue el deseo de apelar a los sentidos y a los sentimientos de quienes contemplaran sus obras.

Durante años se achacó al Barroco su falta de unidad estilística; sin embargo, actualmente se reconocen sus características esenciales: el gusto por el naturalismo y el realismo, la intensidad expresiva y la introspección psicológica. Se distribuyen, con mayor o menor intensidad a lo largo de dos etapas. La primera va desde fines del siglo XVI, hasta el primer cuarto del siglo XVII, es el primer Barroco caracterizado por el naturalismo, la sobriedad y el orden; después se llegó a la etapa de plenitud, mucho más dramática, decorativa, ampulosa y sensual.
Los dos grandes clientes del arte durante estos siglos fueron la Iglesia y las monarquías, de tal forma que se define al Barroco como el arte de la Contrarreforma y del absolutismo monárquico. Efectivamente, la Iglesia lo utilizó para difundir los valores religiosos perdidos. Se creó una iconografía religiosa más sencilla para hacer que todas las imágenes fueran fácilmente reconocibles por todos los fieles, eso sí, envueltas en una teatralidad y un brillo deslumbrantes.

Por su parte, los monarcas absolutistas estaban consolidando su poder en toda Europa y necesitaban un instrumento "publicitario" que así se lo anunciara a todos sus súbditos. Por eso, la arquitectura y el urbanismo se pusieron, haciendo gala de todo su esplendor, al servicio del poder real. De este modo, el Barroco encontró un doble escenario: la ciudad y las iglesias.

El fin de la escultura también fue impresionar, por lo que se buscaron actitudes teatrales llenas de movimiento y dramatismo; por lo mismo, los temas preferidos fueron las escenas de martirio, las apoteosis místicas y las alegorías del triunfo de la Fe.

Al mismo tiempo, debido al engrandecimiento de las ciudades, proliferó la escultura ornamental en plazas y fuentes, generalmente de carácter mitológico, alegórico y conmemorativo.

Los materiales más usados siguen siendo el mármol y el bronce, salvo en España y sus colonias americanas, donde debido a su tradición y a la fuerte crisis económica que atravesaba el país, se empleó sobre todo la madera policromada, en hermosas tallas religiosas de gran realismo.

En pintura predominó el deseo de realismo sin rehuir la fealdad. Por influencia de Trento, en el mundo católico se buscaron temas que despertaran la sensibilidad de los fieles, la Inmaculada, martirios, visiones místicas.
La técnica se puso al servicio de ese realismo. Predominó el color sobre el dibujo, la forma se subordinó a la luz, se conquistó definitivamente la tercera dimensión y se prefirieron las composiciones desequilibradas con predominio de diagonales y escorzos que dan mayor movimiento e inestabilidad a las figuras.
Los edificios se decoraron con grandiosas composiciones al fresco que intentan provocar el ilusionismo, prolongando la arquitectura real en las bóvedas o fingiendo la concavidad de una cúpula en un techo plano. La evolución en la decoración llegó, en la primera mitad del siglo XVIII, a una desmesura y extravagancia muy difíciles de superar, dando lugar a mi muy admirado Rococó, estilo independiente que hasta hace poco se consideraba la fase final del Barroco.
Mientras disfruto de la sensibilidad estética y el magnífico patrimonio cultural que Europa alumbró durante estos siglos se me ocurre pensar que quizás por una vez, Dios después de escuchar, ver y entender que en esta época el ser humano dió lo mejor de sí, por fin se mostró muy complacido, y, ese día, tal vez, sonrió.

Como tantas veces se ha tratado, en el período del barroco se produce un sentido general de la teatralización del templo, tanto en la arquitectura como en la función religiosa. Esto tuvo lugar, en cierta manera, como una consecuencia de las disposiciones de trento principalmente promulgadas por los Jesuitas en esa política artística y cultural de atracción y conmoción sensorial. Ejemplos:

El templo barroco
El templo va a concebirse, según señala Emilio Orozco Diaz “con sentido paralelo a la escena para cumplir, a lo divino, la función social que en lo mundano realiza el teatro”. Algo que se proyectó en una intencionada ordenación y dinámica del espacio apoyada por efectos de luz concretos que produzcan un desbordamiento de la escena, enmarcando así al predicador y reforzando mediante balconadas en la nave la analogía con el ambiente del recinto teatral.
De esta manera, la iglesia se convierte en una sala de fiesta teatral, en la cual el predicador tiene un papel fundamental, por el cual lo que los fieles contemplaban en los retablos se veía reforzado por lo que escuchaban de su boca.
La Capilla Mayor
No obstante, esta teatralización del templo afectó principalmente a los presbiterios y capillas mayores, concebidos como escenarios donde la representación litúrgica de los misterios sagrados, especialmente del sacramento de la Eucaristía, buscando en los efectos y trucos visuales envolver al espectador en una atmósfera equívoca donde la realidad física y la ilusión de un mundo trascendente se confundían. Se ha señalado, en este sentido, a Benin como precursor en esa tarea de la realización escenográfica dirigida a conmover y despertar la devoción de los fieles a través de la teatralización de la función religiosa; si bien sus efectos serán ampliamente desarrollados en los siglos XVII y XVIII en Italia, Francia, España y Alemania.
Por otro lado, el papel del predicador va a ser fundamental para que se cumplan los objetivos de esta teatralización, ya que la concepción del sermón como espectáculo se verá apoyada por los efectos teatrales ambientales preparados en la iglesia según la ocasión que se hacían coincidir como parte de esa práctica de la predicación; con una mutua influencia entre las artes de la oratoria y el teatro. Además, no debemos olvidar junto a las sensaciones visuales de luces y sombras y aparición de imágenes, el efecto complementario sonoro de cantos y músicas y hasta olfativo con las flores, el incienso y la cera, como un refuerzo más a la expresividad de la palabra del orador.
Los retablos barrocos
A todos estos efectos no podemos dejar de unir la policromía de estos retablos, puesto que subraya el carácter de máquina apoteósica y persuasiva a través del discurso de lo cromático, el dorado y sus efectos en la sensibilidad o el inconsciente del espectador. Y es que mediante la eficacia visual y el impacto de los tonos vivos, los retablos elaboran un discurso cromático con contenido simbólico y ritual que se une al carácter didáctico de lo arquitectónico y lo plástico.
Según Gutiérrez de Ceballos, “la búsqueda de efectos visuales sorprendentes para retener la atención de los espectadores devotos enajenándolos en un mundo ilusorio, sustitutivo del real y cotidiano, se polarizó principalmente en torno a sagrarios, tabernáculos y manifestadores eucarísticos”, que como veremos más adelante, se promulgaron sobre todo desde el Concilio de Trento, potenciando la adoración de la Eucaristía como centro del altar mayor. Un ejemplo tradicionalmente relacionado con este interés por los efectos ópticos y escenográficos para exaltar el tabernáculo eucarístico es el retablo de laBasílica del Escorial, presentándose al público mediante una luz tamizada que realzaba extraordinariamente el aspecto misterioso y teatral.
Como señala Orozco Díaz: “Con carácter general, el conjunto arquitectónico-escultórico que constituye el retablo, como el gran lienzo de altar, crea una relación o comunicación con los fieles que entraña un algo paralelo al sentido expresivo de lo dramático y teatral”.
La importancia del espectador
Dentro de ese proceso de suscitar ciertas impresiones en el espectador, debemos destacar que no se trataba sólo de definir la liturgia eucarística a través de estos medios, sino que se buscaba más la hipnosis y la catársis que la formación y la comprensión. No era tan importante una mente reflexiva como un corazón admirado, unos ojos deslumbrados, unos oídos aturdidos y unas manos abiertas.
Como bien analiza Maravall, esa cultura del Barroco que se caracteriza por ser dirigida, masiva, urbana y conservadora, va a utilizar diversos recursos de acción psicológica sobre la sociedad barroca; especialmente a través de la invención y el artificio del teatro y las fiestas; artes que se convierten en retórica y persuasión con el objetivo de modelar los subconscientes colectivos, con un claro sentido de proselitismo y propaganda.